Parecía imposible que alguien consiguiera de un grupo de mujeres gitanas y analfabetas del barrio marginal el Vacie, de Sevilla, la seriedad, responsabilidad, puntualidad y conciencia cívica-social necesaria para llevar adelante una obra de teatro como es LA CASA DE BERNARDA ALBA, de GARCÍA LORCA. Me ha impresionado verlas interpretar sus papeles, hablar de sus vidas casi sin construir bien dos frases seguidas, con sus inmesas barrigas y cabelleras, con sus delantales y las manos, a modo de jarras, apoyadas en sus cinturas.
Y lo mejor de todo, es que se sienten importantes. Casualmente un día pasó un tren por sus vidas y se pudieron montar. A lo largo del viaje que están dando en ese tren, están viendo por las ventanas cosas que antes nunca ni habían imaginado que vivirían. Situaciones, emociones, sentimientos, miedos, alegrías, aplausos, muchos aplausos a los largo y ancho de la piel de toro.
¡Enhorabuena!
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