Me parece imposible pensar que todavía existan (y se siguen uniendo paises a esta lista) paises en donde un grupo de personas deciden que pueden quitarle la vida a otra, que son dueños de sus vida y que por supuesto lo hacen en representación de todos los ciudadanos, dignos o no, respetables o no. Afortunadamente nunca me he encontrado en una situación límite en la que a un ser querido le hayan podido hacer algo o haberle quitado la vida. Por supuesto hablo desde el desconocimiento del sentimiento que debe producir una situación semejante. Pero quiero pensar que llegado a ese punto, mi mente, mi corazón o quién sabe qué no va a desear tal aberración. Por supuesto que con estas letras no justifico ni amparo en absoluto al delincuente, al asesino, a la mente desbravada, pero por supuesto tampoco querría tener un comportamiento como el suyo. Aquella persona que agarra el boli y firma una sentencia de muerte, ¿quién es para poder decidir si quita o no la vida a otra? Me parece brutal. De las personas, "curritos" que materializan la condena ¡ni hablo!, mira que hay trabajos complicados, duros, estrambóticos pero y éste ¿cómo podemos definir este trabajo, en qué pensarán cuando lo desarrollan?
Las personas que han hecho daño por poco que sea, deben cumplir la condena que les correspondan y por supuestos a los que están condenados a pena de muerte en todo caso que cumplan cadena perpetua, pero en toda la extensión de la palabra, que según la RAE significa "que dura y permanece para siempre" ¡PERO PARA SIEMPRE!, nada de reducciones de condena por buena conducta ni pamplinas, perder la libertad (el bien más preciado) ¡y punto!.
Adjunto el enlace de Joaquín José Martínez, español que estuvo condenado a pena de muerte. Podréis ver la otra cara de la moneda. Además actualmente hay más españoles esperando en el corredor de la muerte, ahí podréis leer más sobre ello. Por cierto que anoche en la Plaza Nueva de Sevilla, frente al Ayuntamiento recogían firmas Amnistía Internacional para sacar de esta situación a Pablo, uno de ellos. Por supuesto, firmamos.
NO A LA PENA DE MUERTE